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POEMAS  E IMAGENES DE MIGUEL LUCERO.
xxv. 
 
 
Soy un monstruo enmarañado
en la caverna de Polifemo,
alimentándome de pájaros cometas
restos del tiempo y abecedarios,
golpeo las venas de las tormentas
atropellando imbeciles,
navego en las materias con el
mástil oracular del ergos,
llego desde hace siglos en un hilo
de sangre sobre la espuma de las olas,
separo geografías, periferias,
lo que es y lo que no es,
me devoro en la intimidad
de las palabras, como una sombra
de cardúmenes plateados
en el fondo del mar, ese monstruo
que teje nudos en la memoria,
que orina en las catedrales
que putea en los altares,
yo el de los eclipses y las fugas,
el que ha visto un ángel de bronce
parado sobre su pecho,
el que ha visto un asesino de carne
apuntando sobre su pecho,
soy la bestia que indaga razones
que de un modo secreto las vuelve impuras,
las encierra en la soledad,
las acribilla contra el cielo,
las escupe en un cuaderno,
y camina entre collares de esperma
como un payaso estupido,
como todo el llanto de un circo
en el circulo de fuego, en la rueda
de arena del alma, en el mándala
oculto de los tigres,
inmundo animal que perfila palabras
alborde del mundo, catálogos de penumbras,
donde los sanos que ejercen las
indiferencias de la tierra,
emboscando a los niños pedazo a pedazo,
llevándolos por las doce estaciones,
en un bozal de títeres quemados,
arrojando muertos a la basura,
ellos los escritorios del mundo
las tetas de plástico, los santos negocios,
los penes y los culos bronceados, que defecan
cada día su privililegio, su apellido,
sus estudios, sus derecho a la propiedad,
su derecho a vivir en un mundo
sin pobres que lo ensucien, que lo manchen
de sangre o de hambre,
de niñas encinta, de negros sudorosos
que reclamen, justicia o libertad,
de jóvenes utópicos que los hagan
pensar, de cualquier cosa que
altere su orden y su conformidad,
escúchenme,
yo soy su animal inmundo que vomita
sobre sus autos, sobre sus orgías de balas,
sus tarjetas de plástico, sus inversiones,
sus alianzas funestas, su futuro individual,
el naufrago de la luna sangrante
de todos los destinos, ese mounstro
que arrojaron al mar
que oprimieron
que exiliaron
que despellejaron
que fusilaron
que desaparecieron
que hambrearon
que enterrararon
que maldijeron
que violaron
que silenciaron
que mataron
y que no pudieron vencer,
soy la bestia que grita con los sueños
con los mártires, con las fechas sepultadas,
con el rostro destrozado de un niño,
 la raíz de luz que tiembla
en una mascara de conciencia,
soy el animal que golpea
los duros hierros los alambres
las cercas los hilos invisibles,
las jaulas y las cárceles,
a los profetas del odio
a los conciliadores a los resignados,
soy el minotauro en los laberintos
un caos un sueño, el primitivo Caín
el revés de lo conocido, la espada,
toda la sangre que mira con los ojos
los limites de la libertad,
el pañuelo blanco
que da vueltas a la plaza un jueves
apuntando al corazón,
soy la bestia que no pudieron vencer
y se transformo en luz,
el explorador eterno
de la memoria,
porque queda mucha hambre
mucha muerte,
de este lado de los sueños
de este lado de la lucha
de este lado de la vida.  
 
 
 
 
 
 
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